Vincenzo Montella (Pomigliano d´arco, Nápoles, 1974) ofició el pasado miércoles el sepelio del amateurismo. Una secuela del menottismo que llegó al Sevilla de la mano de Jorge Sampaoli, en el verano de 2016. Primero el de Casilda y luego Berizzo apostaron por el fútbol de posesión de balón, de juego en espacios pequeños, de ataques estáticos.
Amateurismo lento y previsible
Elaboraciones desesperantemente largas de las jugadas. Toques horizontales y obsesión por jugar por el centro, por entrar por donde es más difícil. El amateurismo se impuso con una primera vuelta esplendida. Pero aunque Sampaoli logró un cierto éxito, que se estropeó al final y quedó sin coronar, a Berizzo se le atascó pronto el camino. Porque además, el sistema defensivo de Berizzo hizo aguas. Las marcas al hombre desordenaban el equipo e impedían que se defendiera con solvencia. Esta debilidad se añadió a las dificultades de un ataque demasiado lento y previsible.
Montella cambió todo
Una temporada y media después, L’aeroplanino napolitano puso fin al barroquismo futbolístico en el Sevilla Fútbol Club. El pasado miércoles volvió el fútbol por las bandas, volvió el fútbol directo, volvió el orden táctico. Cada uno en su sitio. Cada cual con su función, con los papeles bien marcados.
Recuperando las bandas
Lejos de la nebulosa táctica y los conceptos anarquistas del fútbol-búsqueda, el Sevilla no tardó ni dos minutos en lanzar, en la ciudad de Cádiz, el primer contraataque que se le recuerda al equipo prácticamente desde que Coke hiciera el uno a tres en Basilea. Hacía mucho que no se hacía una apertura a banda como las que Vitolo y Aleix Vidal tanto aprovecharon en tiempos de Emery. Una apertura a banda como la que aprovechó Nolito para poner el cero a uno en el Ramón de Carranza. Año y medio de querer, obsesivamente, entrar por el centro, saltó por los aires en el minuto nueve.
Recuperando el fútbol directo
La jugada del cero a dos, seguramente habría reportado una bronca por parte de los anteriores entrenadores para los ejecutores de la misma. Caído a banda, Kjaer puso un envío en largo sobre la posición de Jesús Navas. Posiblemente sorprendido por una acción, prohibida en el Sevilla hasta ese momento, Oliván falló estrepitosamente en su intento de despeje. Aprovechando el error del rival, y no al revés, como era habitual, Navas arrancó una galopada en solitario, sin alharacas, sin artificios ni arabescos. Sin tocar atrás para volver a elaborar, libre de la tiranía de la búsqueda, el palaciego encara al portero individualmente y, de disparo tan simple como certero, anota por bajo. El anti-amateurismo total.
Salir a ganar
Montella inspiró también una inversión de los tiempos del partido. Salir a ganar pero de verdad. Si se desea luego, especular, pero primero ganar. Una vez por delante en el marcador, si toca guardar la ropa, se hace con orden. Nada de marcajes personales. Nada de salir a especular, ni dejar al rival creérselo y venirse arriba, ni ponerse por delante, para tener luego que ir arriba, a la desesperada, a remontar.
Estos conceptos pueden parecer novedosos, por el tiempo que el Sevilla pasó despreciándolos. Pero sirvieron, hace algún tiempo, para que el Sevilla lograra títulos, creciera y diera enormes alegrías a los sevillistas. Montella ha recuperado estas ideas y si, con el tiempo, logra perfeccionarlas, seguro que volverá a reportar beneficios.