La derrota del pasado sábado en el Santiago Bernabéu terminaba de confirmar lo que el sevillismo hacía tiempo que venía intuyendo: el Sevilla se encuentra inmerso en una dinámica descendente. Más allá del 1-3 endosado al Athletic Club y del conseguido pase a Cuartos de final de la Copa del Rey, los nervionenses han dejado ir un 80 % de los puntos posibles en los últimos partidos. Además, la falta de carácter durante buena parte del primer tiempo y toda la segunda mitad evidenció una completa bajada de nivel de titulares como Sarabia, Banega, Franco Vázquez, Escudero y, sorprendentemente, del propio Machín.
Trabajo de entrenador
Que el seguimiento del partido por parte de Machín no fue el mejor parece irrefutable. Sin embargo, la clave para entender las decisiones que tomó puedan estar en sus declaraciones durante la rueda de prensa: “Hemos estado en el partido. Hemos empatado hasta el minuto ochenta”. Pero, a pesar del optimismo del soriano tras la derrota, la pura verdad es que el Sevilla ni estuvo en el partido al principio ni se le esperó en toda la segunda mitad. En efecto, a la ya mencionada caída de nivel de Escudero, Banega y Franco Vázquez se sumó la total ineficiencia de un Sarabia que, más que no hacer nada, no hizo nada bien, pero que terminó el partido. No obstante, si la intención de Machín era la de acabar el partido con un empate en el Bernabéu (lo que no parece descabellado), no terminan de entenderse los cambios que efectuó. Amadou debió ser el primero por Vázquez y Promes el segundo por Sarabia.
Además de lo ya mencionado anteriormente, quiso también Machín hacer ver que el Sevilla se había enfrentado al “mejor Madrid de la temporada”, pero parece más acertado decir que el Madrid se enfrentó al peor Sevilla. A la falta de intensidad mostrada desde el inicio del partido se unió una concentración increíble de fallos crónicos que, si ya por separado menguan la competitividad del equipo, juntos confirman un desastre como el del pasado sábado. Pérdidas de balón atrás innecesarias de Banega, pérdidas por retención de Vázquez, juego alterado y confuso cuando Banega queda anulado, tardanza excesiva en las sustituciones y falta de ojo crítico en Machín para con aquellos titulares que se encuentran lejos del nivel exigido.
Tiempo de reflexión
Que Machín tiene capacidad para arreglar estos últimos entuertos no parece que lo ponga en duda nadie. Y es que, si alguien ha demostrado con creces conocer bien la plantilla sevillista, ese es, sin duda, el técnico. Corrían los meses de octubre y noviembre cuando la enfermería quedó plagada de jugadores y Machín supo conformar un nuevo once y un nuevo sistema que no solo aguantó, sino que compitió. Ahora, como entonces, Machín debe ponerse el mono de entrenador y hacer una reflexión de cómo quiere afrontar la segunda mitad de temporada para no tirar por tierra el gran trabajo de la primera vuelta. Ahora, como entonces, el Sevilla necesita escribir las mejores páginas en la libreta de Machín.