José Castro Carmona llegó a la presidencia del Sevilla el nueve de diciembre de 2013, en sustitución de José María del Nido Benavente. Desde entonces, en algo más de tres años y medio, el máximo mandatario del club hispalense ha cometido solemnes fallos que el sevillismo no olvida.
Su mala relación con la afición
El Sevilla tiene una afición muy peculiar, como ya han podido comprobar en múltiples ocasiones. Si le hacen daño a uno de ellos, le hacen daño al estadio entero, y, eso, es algo que Castro aún no ha aprendido. Los Biris son un grupo de animación que ha sufrido (y sufre) continuas acometidas por parte del presidente sevillista.
El último incidente ocurrido fue el del acceso biométrico que se iba a implantar en la grada baja de Gol Norte, localización de los Biris en el estadio. Finalmente, y tras presión de la afición, se aplazó la implantación del mismo hasta poder hacerlo en todo el estadio.
Además, este último año, también hubo incidentes, cuando no podía entrar al estadio simbología Biri. Castro afirmó a la prensa que «no depende de nosotros que Antiviolencia no permita que entren lo símbolos de Biris en el estadio. No podemos hacer nada. El club no puede permitir por ahora que esos símbolos entren».
La renovación fantasma de Vitolo
En este epígrafe entran en juego muchos factores, pero Castro pecó de «vender la piel del oso antes de cazarlo». Anunció la renovación de Vitolo a los cuatro vientos y quiso que fuese un golpe sobre la mesa para reivindicarse como presidente. Sin embargo, a falta de la firma, se aceleraron movimientos para su contratación y Vitolo, de la noche a la mañana dejó de ser jugador del Sevilla.
Por mucho que el presidente sevillista recalcara que Vitolo había usado al Sevilla, el canario quedó de traidor y Castro, de marioneta. El internacional español había usado a su antojo al máximo mandatario de la entidad para conseguir una mejor oferta fuera del Sevilla, aprovechándose de su ingenuidad.
Su relación con Del Nido Carrasco
La continua disputa por el poder en Nervión es un asunto que tiene a los aficionados, cuanto menos, disgustados. La acumulación de conflictos extradeportivos empañan el crecimiento del club, como ya ocurrió el año pasado. Este año, antes de comenzar la temporada ya han llegado de nuevo problemas. Del Nido Jr. dimitió como vicepresidente primero del Sevilla, se arrepintió y ahora vuelve a la carga contra Castro.
La marcha de Monchi
Óscar Arias tiene la difícil misión de hacer olvidar a Monchi. De momento, a priori, está cumpliendo todas las expectativas y haciendo grandes apuestas futbolísticas, pero habrá que ver como avanza. Si esto sale bien, será un peso que Castro se quite de encima, pues no haber podido retener a Monchi, catalogado como el «Midas del fútbol» según la revista France Football, es otra de las lacras que tiene en su mandato.
El precio de los abonos
Los abonos de la campaña 2017/2018 han subido de precio aún sin tener asegurada la participación en Champions. El alto coste del pase para la temporada ha indignado a la afición sevillista que ha llegado a concentrarse fuera del estadio para manifestar su descontento.
Las redes sociales, echaban humo cuando se presentó la campaña de abonos. Además del acceso biométrico, mencionado anteriormente, la subida del 6,7% en los abonos ha sido motivo de descontento general, al igual que un coste adicional en Gol Norte (además de para los nuevos socios) por ceder el carné a un familiar o amigo.
Rakitic
Al igual que le ha pasado recientemente con Vitolo, ya le pasó con Rakitic, aunque la historia es muy distinta. Castro propuso una renovación a Rakitic en la que su cláusula de 40 millones de euros se iba a ver reducida y su sueldo aumentado, con vistas (casi con total seguridad) de venderlo al Barcelona, cosa que se hizo sin que llegase la renovación. El presidente sevillista aclamó que la negociación estaba cerrada a falta de la firma del croata, sin embargo, esa firma nunca llegó a plasmarse en el contrato.