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Los chivos del sur

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Los chivos del sur

El chivo es una especie del reino animal y de la clase Mammalia, subfamilia Caprinae al que denominan cabrón o macho cabrío. Quizás porque en Sevilla hay que mamar a la afición sevillista se la suele elegir como chivo expiatorio para todos los males que tan mal se gestionan desde la capital del reino, allí sí que hay Mammalia por cierto desde tiempo inmemorial (inmamorial, mejor dicho), tan acostumbrada a vivir la corte a costa del resto del reino. Siglos ha que a una ciudad llegaba el oro de América que la otra malgastaba en guerras imperialistas por Europa.

Desde hace siglos, España parece con más frecuencia de la deseable un país, un imperio menor, o los restos de un imperio, cuyas fronteras las delimita la M-50, siendo el resto de provincias sus colonias. Ya no de ultramar, porque en Aranjuez no hay playa aunque en Madrid la haya, vaya, vaya, sino de secano, y cada vez más de secano. Y mira que queremos a Madrid y a los madrileños los súbditos de las provincias, pero no hay manera. Debe de vivirse tan bien allá, a pesar de la polución de Madrid Central, que parece que no hay vida inteligente más allá de Villaconejos y sus melones.

Al igual que la Santa Inquisición o el organillo de Olga Ramos en San Isidro (ay, cómo ponen a cada cual en su sitio las Ferias locales), un clásico en este país, el que linda con la M-50, es lanzar expediciones de castigo a sus colonias para dar ejemplo. El problema es a dónde enviarlas. Ahí está el dilema, aunque en la corte no les dé ningún corte ni tarden un minuto en elegir a sus mártires. A ver…

A la competencia catalana, claro, no se las puede mandar, porque no está el tema para calentar más la butifarra y hacer más el caganet. Claro que les gustaría, pero para que la expedición sea ejemplar hay que hacerla contra gente que no se subleve, de anchas tragaderas y vida jovial, a las que afearles su modo de vida. No, a Cataluña no se puede enviar, contra ningún equipo, no vaya a ser que los constitucionalistas acaben por desaparecer como tantas especies animales no caprinas se han esfumado de la faz de la Tierra. Sigamos pensando… De M-50 para dentro, tampoco.

A los que cantaban Puerta se marea cuando jugaba el Sevilla, tampoco, porque, por poquito, lindan con una de las circunvalaciones fronterizas del mundo real del IBEX- 35 (sin premio) y ese terreno es intocable, no importa que se rían de futbolistas que hayan muerto en un terreno de juego ni sus aficionados ultras destilen fascismo. A los de la Castellana, ni soñarlo. Esto no merece ni un renglón. Ellos son víctimas de todo, en especial cuando pierden. Así que… ¿Qué tal por el sur, que dicen que existe pero siempre está muy callado?

¡Eureka! Sí, al chivo expiatorio hay que buscarlo en una ciudad grande de las colonias y… ¡qué mejor que Sevilla! Es la ciudad ideal, porque sus clubes de primera (a veces solo hay uno) tienen una masa social importante; porque la ciudad se halla dividida en su pasión futbolera entre dos clubs, y si se hace algo contra uno de ellos media ciudad se inhibiría; porque los pequeños aprenderán.

Dicen que el avión es el medio de transporte más seguro del mundo. Aunque el impacto ecológico esté siendo brutal, los casi doscientos cincuenta mil vuelos diarios (unos setenta millones de desplazamientos al año) que hay en la Tierra producen menos de diez accidentes anuales.

¿Creen que el fútbol es un deporte violento en las gradas? Piensen los millones y millones de espectadores que cada domingo se reúnen en estadios de cinco continentes, en múltiples categorías, y traten de recordar, de buscar por Internet el número de muertes que ocasiona en las gradas la pasión por este deporte. Cualquier muerte es inasumible, como las de los accidentes de aviación, y que haya medidas de seguridad es siempre aconsejable. Pero cerrar parte del estadio por decirle hijo de puta a un futbolista que provoca a una afición de forma cobarde, sabiendo que decenas de policías y de guardias de seguridad lo protegerán y no permitirán que le toquen ni un pelo ni le rocen sus tatuajes ante cámaras de televisión que lo graban todo desde cualquier ángulo, no tiene justificación posible. Y que ello lo mantenga la Audiencia Nacional, la justicia ordinaria. Más parece justicia urinaria, porque es para mear y no echar gota.

¿Qué tendría que haber hecho el Sevilla para evitar los insultos? Que lo digan los de la Audiencia Nacional. Aunque para mí que audiencia, en lo que se refiere a oír, me poco van a escuchar. En este tema, como en tantos otros, en este país el deporte rey es la caza de chivos expiatorios. Y es que hay mucho Mammalia por aquí. Por aquí, y por allí, sobre todo. Mucho.

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