Hace apenas unas semanas ya anunciábamos desde esta redacción la puesta en marcha de la operación salida. Veinte días restaban desde entonces para que los diez transferibles fuesen recalando en otros equipo, lo que se antojaba difícil. Nada más lejos de la realidad, las salidas se han ido sucediendo casi de forma consecutiva, aunque quedan pendientes las de Arana, Sergi Gómez y Kjaer. A pesar de que la idea es buscar equipo para los tres, la permanencia de Arana y Sergi Gómez sería un problema menor. No así la de Kjaer, con quien el club podría servirse de una vía antes conocida en la entidad.
El último recurso
Una cifra cercana a las doce millones fue la que el Sevilla debió depositar en las arcas turcas para hacer con el danés. Sin embargo, pretender la venta del jugador por esos números a día de hoy parece imposible. Sin duda, un mal menor si se tiene en cuenta el deseo ferviente de desatascar de una vez por todas la operación salida. Y es que, por desalentador que pueda parecer, la entidad estaría viendo en Kjaer un lastre económico del que no se puede sacar rendimiento alguno, pues ni siquiera cuenta para Lopetegui.
Como se suele decir en estos casos, ya que no vas a ganar, al menos intenta no perder. Justo esa sería la visión del Sevilla en este caso, que se plantearía seriamente aplicar la rescisión de contrato. En efecto, una ficha de entre tres y cuatro millones de euros no es un lujo que el Sevilla pueda o quiera permitirse por un jugador inactivo. De ser así, todo apunta a que sería de forma unilateral, por lo que la rescisión tampoco sería a coste cero. Como ya ocurriera con Trochowski, el jugador podría demandar al club exigiendo el pago de al menos su salario. Así, el Sevilla cerraría esta etapa de la operación salida imitando el modelo aplicado con Stevanovic, Rusescu, Javi Varas, Manu del Moral o Cicinho entre otros.