Las crónicas de José Balero, un periodista sincero | Episodio 1

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Antes de comenzar mi crónica futbolística voy a presentarles mis credenciales. Tengo el récord de despidos en medios de comunicación deportivos. Lejos de darme vergüenza, estoy orgulloso de ello. Es el precio que pago por ser sincero. Si me preguntan de qué equipo soy no me escondo. Soy del Sevilla. Si me preguntan el motivo. No me escondo. Porque me da la real gana. ¿Qué se supone? ¿Qué debo hacer un estudio científico? La gota que desbordó el vaso fue este Mundial. Primero porque los acusaba a diario de que ninguno arriesgaba quien iba a ganar el Mundial. Yo era el  único que decía “Croacia”. Y ya sé que no ganó, que es de los casos en que pierde el que juega mejor y un error arbitral condiciona todo. Perdón, dos errores, o tres. Pero todo venia mal desde que me obligaban a preguntar por el “fracaso” de la selección española (la nuestra). ¿Notan ustedes que algunos periodistas no la llaman nuestra selección? Me recuerdan a los padres que cuando su hijo se porta mal le dicen a la madre “tu hijo se portó mal”. El caso es que “de arriba” llegó al orden para que preguntásemos “¿cree que influyó la destitución de Lopetegui?” Y yo puse el grito en el cielo. La pregunta correcta era “¿Crees que influyó el fichaje de Lopetegui en pleno Mundial por un club cuya patria es el dinero?”… y claro, me echaron. Otra vez.

Espero durar acá, en este hermoso medio de comunicación, donde para empezar no tengo que ocultar mi afición por los colores de mi club. Y aprovecho esta primera toma de contacto para contarles que soy sevillista por mi padre, había sido cura y dejó los hábitos para casarse con mi madre. La cosa venía torcida de antes. En su primer iglesia dio un sermón que decía: “Adán era un hombre bueno hasta que apareció Eva, ambiciosa, desobediente, ¡bética”. La gente se miró unas a otras con desconcierto. A la siguiente misa “Abel era un hombre honesto, y Caín, un tipo violento, peligroso, ¡bético!”. Por supuesto que su obsesión llamó la atención y las autoridades le prohibieron hablar de los béticos. MI padre sabía que se jugaba el puesto. Y en su última misa, ante la tensión de los feligreses contó: “Jesús dijo, uno de ustedes me traicionará. Y Judas Iscariote se levantó y afirmó “Estaremos junto a ti siempre. ¡Manquepierda!”… en fin… que al final se enamoró de mi madre y fue para mejor porque algunos oficios le coincidían con los partidos y se ponía muy nervioso. Sobre sus cenizas hice este juramento “iba a ser sincero, cueste lo que cueste”. Así que aquí estoy.

P.D: Mi padre aún vive, pero fuma mucho.

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