El Sevilla se encuentra en un buen momento anímico. A la clasificación para la final de la Copa del Rey le siguió una importante victoria en Liga ante el Girona la cual sirvió para recortar puntos al Villarreal. Una semana muy complicada tanto en lo físico como en lo mental que requería del máximo desempeño por parte de todo el equipo. Está dinámica no es extraña desde la llegada de Montella pero ahora sufrirá una alteración necesaria que el club nervionense debe administrar correctamente.
La «calma» competitiva
El primer encuentro en la era Montella fue frente al Cádiz en octavos de final de la Copa del Rey. Desde ese enfrentamiento, el Sevilla ha jugado cada semana dos partidos, lo cual hace que la preparación en los entrenamientos sea más exigente. El club hispalense ha conseguido pasar todas las eliminatorias hasta la final de Copa del Rey, eliminando a grandes rivales como el Atlético de Madrid. Un ritmo que le ha pasado factura en Liga, pero que ahora puede tratar de revertir en la presente semana.
El segundo turno de la Champions League va a aportar al Sevilla un descanso muy necesario. Jugadores como Muriel o Banega ya han sufrido las consecuencias del alto ritmo de partidos, por lo que esta semana puede ser clave para una recuperación más segura. Del mismo modo, los fichajes de este mercado invernal (Arana, Layún, Roque Mesa y Sandro) podrán acelerar su proceso de adaptación sin partidos de por medio, para llegar al máximo nivel al partido ante Las Palmas y contra el Manchester United.
Precisamente este último partido es la meta final, sin desmerecer por supuesto el duro encuentro contra el equipo de Paco Jeméz. El juego del Sevilla aún deja algunas dudas, con bajones de intensidad muy palpables sobre todo en las segundas partes. Es por ello que este corto período sin partido intersemanal puede resultar crucial para que los jugadores terminen de asimilar algunas de las directrices del entrenador y así mejorar el planteamiento del equipo.