Hoy

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Hoy es el partido más importante, porque es el que viene, por lo que significaría ganarlo y porque el pasado no se puede cambiar. Hoy es el partido más importante porque hay que jugarlo, porque lo hacemos antes quienes tienen motivos más que suficientes para tomarse venganza ante el 3-1 de la final de la Europa League de 2016 y ante el 2-2 del partido de ida de Champions de este curso, en el que pudiéndonos caer un saco estuvimos a punto de ganar.

Hoy los sevillistas tenemos la esperanza de que el equipo saque del fondo del baúl el carácter que le ha llevado a obtener títulos y a ser un club respetado y reconocido en toda Europa. Si yo fuera el Toto, hoy, en vez de comida, en el almuerzo les pondría videos de los goles de Coke ante los Reds, del de Iborra en el Villamarín o el de Palop en esas estepas rusas que no tienen mantecados. Porque hoy es el día de tener hambre. Mucha hambre.

Hoy, sí, hoy, es el día en el que nuestros futbolistas deben dejar de dudar, de ofrecer en bandeja segundas jugadas a los delanteros del equipo rival, de cambiar el chicle Trident de sus botas por el caramelo Pictolín. Hoy es el día para correr como gamos hacia el arco rival, el de armar buenos contragolpes, el de soltar esos cepos que parece que atrapan las piernas y los sesos de los que visten la camiseta de un equipo con fuertes bíceps de tanto levantar títulos.

Hoy es el día para dejar de jugar al balonmano ante el área rival, el día en el que hay que permitir que crezca la magia, el de ver huecos inverosímiles como otras veces se atisbaron. Hoy también Escudero tiene que meter el cuerpo y no solo la piernecita; hoy Muriel debe dejar de sonreír cuando falle una ocasión. Hoy todas las carreras deben tener sentido y no para justificar el GPS de la camiseta. Hoy no nos pueden intimidar, porque nunca ha sido ese nuestro estilo, porque quienes siempre hemos atemorizado hemos sido nosotros. Hoy es el momento de volver a dejar claro aquello de que dicen que nunca nos rendimos, y que, si hay que morir lo haremos desangrados, y que mientras haya una gota lucharemos. Desde abajo, y también desde arriba.

Hoy no es el día para un entrenador terco. Hoy es el día de hacer un planteamiento para ganar, y para cambiarlo si no da sus frutos (el plan, y si no, al entrenador). Hoy sí lo es para recordar que nuestro equipo lleva más de cien años luchando y abanderando el nombre de nuestra ciudad. Y que si eso es así no es porque le salió de los cojones al Arrebato, sino a los que se enfundaron esa camiseta, que era blanca al saltar al terreno de juego y se tornó color barro cuando hubo que hacerlo.

Y hoy también es el día para los de la grada, para los que vamos llenos de ilusión al campo, para los que seguimos el camino que un día hicieron nuestros padres, bordeando huertas hoy enterradas bajo el asfalto. Hoy tenemos que hacer valer que nosotros también somos equipo, que los nuestros tampoco caminan solos, que si ellos son diablos nosotros atizamos el fuego del infierno, y que si ellos inventaron el fútbol nosotros lo elevamos a la categoría de arte, con la cintura de junco de don Enrique Montero, con la elegancia de don Federico Kanouté o don Antonio Álvarez o con la raza de Campanales y Pablosblancos.

Hoy tenemos que poner de nuestra parte. Porque nosotros también ganamos. Porque somos nosotros los que perdemos, porque ellos se van y nosotros quedamos, porque las críticas no pueden ser para hoy sino para mañana. Porque hoy no se fía, mañana, sí. Porque hoy no se critica, mañana, sí.

Hoy, esta noche, hay que poner nuestro grano de arena, casi cuarenta y cinco mil granos de arena, un desierto en el que los espejismos sean para ellos, para que mañana podamos cantar Yesterday a pleno pulmón, para que recordemos la noche de aquel día en el que nos visitaron unos desafinados niños de Liverpool, y para que embarquemos a todos los diablos rojos en su submarino amarillo y que salgan de najas por el Guadalquivir camino de las islas que dejaron de ser Europa.

Hoy es un día que no es como los otros días. Y aquí estamos otra vez, para que ellos canten Help mientras nosotros renovemos la declaración de amor a nuestro equipo, al que amamos y amaremos eight days a week. Amén.

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