Hoy no se habla de otra cosa en esta ciudad. Es lo que tienen los derbis, que todo queda en casa. Si el Sevilla se hubiese enfrentado a otro equipo español, los titulares inundarían los periódicos más localistas de esta geografía. O tal vez no. Porque puede que el resultado no hubiese sido el mismo.
El partido de ayer fue la tercera vez, desde que comenzó la actual temporada futbolística, que los de Nervión se vieron las caras con los de Heliópolis. Y fue un placer. Porque el morbo de los eternos rivales siempre gusta y da mucho juego tanto dentro como fuera del campo. Aunque ayer lo que se dice juego…
Lo del Sevilla fue un paseíllo, una diversión, una fiesta o como lo queramos denominar. ¡Y en el Sánchez Pizjuán!. Hay que reconocer que los locales estuvieron finos en planteamiento, desarrollo y desenlace, pero es que tampoco tuvieron mucha oposición. Se vio a un Sevilla ordenado, que no tuvo que hacer mucho para terminar endosando hasta cuatro tantos a su rival en esta fase clasificatoria que concluye con un total de seis goles a favor, o en contra, según quien lo cuente.
El primero llegaba tan sólo a los cuatro minutos del comienzo del encuentro. Reyes dio el pistoletazo de salida a la hegemonía de los de Emery. Luego fue el turno de Rami, Gameiro y Kakuta. Cuatro, como cuatro soles.
Y puede que los de Nervión se sienta orgullosos, no sólo por los tantos y haber pasado a cuartos, sino también por haber vencido al eterno rival. Pero el espectáculo que brindaron los de Mel (ahora conocido como Merino) no pudo ser más bochornoso para la afición. No me quiero ni imaginar el regreso a casa de los escasos, eso sí, verdiblancos que asistieron al encuentro.
Pero aún queda una oportunidad más tomarse la revancha. La segunda vuelta de la Liga. Recordemos que en el partido de la jornada dieciseis el resultado fue empate a cero y del de los encuentros de Copa mejor no hablar. Será dentro de quince jornadas y hasta entonces aún queda mucho. A lo mejor, para entonces, los de Emery siguen gozando de la gloria y los de Mel (ahora conocido como Merino, para entonces quién sabe) siguen luchando por demostrar que son el equipo que fue.
Por lo pronto sólo podemos decir que, lamentándolo mucho, fue un placer querido Betis. Porque aunque sean equipos rivales, siempre da gusto enfrentarse a quien más quieres, en este caso, el vecino de toda la vida.