Carta a Berizzo

Sección:

Sr. D. Manuel Eduardo Berizzo Magnolo

Sevilla Fútbol Club

Estimado míster,

Primero de todo, que su nombre comience por Manuel y termine por Magnolo me da buen rollo, hace que empiece usted por caerme bien, aunque solo sea porque una u otra forma sean como a mí me llaman los amigos. Es una coincidencia que me hace abrigar esperanzas acerca de la trayectoria que inicia, y eso que el día que ha llegado no invita a abrigar nada. Ojú que calor.

Bromas aparte, me gustaría darle la bienvenida con estas breves palabras. No le voy a decir que viene a un club histórico, a uno de los grandes de Europa de los últimos años, a uno de esos tantos etcéteras con los que nos adulan los nuevos, y que, sin embargo, nos gusta escuchar, a pesar de lo repetitivo, a los antiguos. Tampoco le voy a mencionar que detrás de este escudo hay una afición que vibra con su equipo, una afición que anima, que llora, que daría mucho, incluso todo, en este mundo tan mediocre, por alzar una copa. Como tantas, como todas.

Por mucho que sienta al Sevilla, debo reconocer que los sentimientos de otros hacia sus equipos pueden ser parecidos los nuestros; al fin y al cabo, esa es una de las grandezas del fútbol, el amor irracional a un escudo, más allá de quienes tengan el honor de lucirlo, un amor cuyo inicio se pierde en la nebulosa de nuestra memoria y que se lo debemos a nuestros mayores. Eso, afortunadamente diría yo, no es patrimonio de ningún club. Por mucho que otros, o incluso nosotros mismos, nos consideremos especiales, esta pasión nos la inocularon nuestros mayores llevándonos de la mano al campo. Quizás a otros se las contagió la antigua UHF o en los últimos tiempos, las modernas teles estatales que son de todo menos estatales. Pero a nosotros, no, nosotros somos del equipo de nuestro pueblo, o de uno de ellos. Y aquí celebramos lo que se gana aquí. Es una lástima que no defendamos a nuestra tierra como lo hacemos con nuestro equipo, pero todo llegará.

Le queda trabajo por delante, míster. Todos nos tememos que este año haya que volver a empezar. Minuto cero, nuevo partido. Quizás el fútbol sea el deporte que despierte más pasiones, pero debemos reconocer que es una competición tramposa, medieval, en la que las grandes potencias económicas ejercen su derecho de pernada y nos dejan cada año a los demás con una mano delante y otra detrás. Ellos viven todo el año subiendo su propia piedra de Sísifo, amargados con la mera posibilidad de no ganar; nosotros, en cambio, soñamos con la posibilidad de abrazarnos a nuestro vecino de asiento, con restregarnos los ojos para que las lágrimas de alegría no nos impidan ver, y no dudar, de que seguimos soñando. A pesar de los apaños del bipartidismo, quizás ya tripartito, viene usted a un club que ha sabido encontrar su espacio para competir, y nos ha dado no pocos días de gloria y disfrute a los que lo amamos.  Muchos, que seguimos queriendo compartir con usted.

Le deseo mucha suerte y le pido que nos haga disfrutar. Háganos soñar, Toto. Y si lo consigue, y si llega el día en el que este club es también trampolín para usted, no se vaya por la gatera como se marchó su antecesor, y bese el escudo que nosotros besamos. Tenga en cuenta que para muchos de los que nos usaron como trampolín no hubo luego agua en la piscina, así que disfrute usted también. Queremos hacerlo juntos. Tenemos todo el tiempo por delante.

Suyo,

Manuel Machuca (Manolo)

Hasta la muerte

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