Capa, Caparrós

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Querido Joaquín:

¿Por qué no viniste antes? ¿Por qué nuestros dirigentes no se curaron antes del neorriquismo que nos asolaba? Qué daño ha hecho ese delirio que nos ha atacado esta temporada…. que en el fondo no es más que un complejo por creer que no estábamos a la altura para subir el último peldaño de la grandeza con el estilo que nos había llevado hasta ahí. Nosotros no somos el Cherzi ni el PSG. Aquí no ha venido ningún jeque de Oriente a hacer de rey mago, ni multimillonario oscuro, del Fontanal o de Singapur, que tanto monta… a apropiarse de nuestra alma. Somos lo que somos, por mucho que en ciertos despachos no se hayan enterado. Por eso, gracias por hacernos caer en la cuenta, por recordarnos lo que somos.

Gracias por las dos victorias, por el empate que nos dejó insatisfechos ante ese equipo que sí es la imagen del complejo, de la permanente comparación, porque no son nada si no se fijan en nosotros, si no hablan de ellos con frases que incluyan el más que o el menos que. Gracias, muchas gracias.

 Y ahora, capa, Caparrós. Es el momento de volver a la casilla de salida, de desandar el camino de este año. Por mucho que digan los aficionados de ese Rastreator futbolero, ese comparador de glorias imposibles que es nuestro club vecino, el Sevilla es pueblo y siempre ha sido pueblo. Un club cuyo origen se remonta a los trabajadores de la Seville Water Works y no a los militares golpistas de principios del siglo XX que constituyó la sociedad anónima deportiva con mayor número de accionistas minoritarios y no necesitó de ningún salvapatrias para evitar su desaparición. Y por eso, por ser fieles a nuestros orígenes, a los que nos llevaron a lo que hoy somos, que no tiene parangón alguno no solo en la ciudad sino en todo el país, tenemos que volver a retomar nuestra senda con fe. Por eso, capa, Caparrós. Toca remangarse, hacer limpieza. Y espero que por ahí arriba, por donde el césped se transforma en moqueta, aprendan la lección que nos has enseñado.

Toca aligerar carnets de identidad en la plantilla, incorporar a gente a la que el roce del escudo al enfundarse la camiseta les produzca taquicardias. Es momento de hacerle un examen de ingreso de sevillismo al que pretenda vestir nuestra camiseta, de enseñarle la puerta a los mercenarios, y también a los futbolistas cangrejo, a esos que solo corren para atrás como modo de justificar su nulidad hacia adelante.

Es hora también de recuperar a nuestros símbolos de la última década. A los que fueron tus futbolistas, a los que se dejaron la piel por revertir la historia del club, a los que aprendieron que lo del nunca se rinde no era solo una frase para rellenar un hueco en el estadio. Seguro que sirven, aunque solo sea para recordarles a los futbolistas que quizás esto no sea más que un club, ni falta que nos hace.

Le vimos las orejas al lobo, a un lobo que comía pizzas y espaguetis, y afortunadamente lo enviamos de vuelta al país de la bota, a ese que ni se clasificó para el Mundial. Un poco más y la ruina hubiera sido de coco y huevo, de esos huevos que hemos visto que estaban… pero que no se pusieron sobre la mesa hasta que tú llegaste.

Es hora de reformar la casa. Esto no ha hecho más que empezar. Toca trabajar como hormiguitas mientras las cigarras heliopolitanas cantan quién sabe qué éxito. Alla cada cual, pero que que nadie dude que volveremos al lugar al que llegamos y solo lo podremos hacer de la mano de gente que haya nacido o no aquí, aprendió a amarnos.

Que de esta triste temporada en la que nos clasificamos para la Europa League, fuimos finalistas de la Copa del Rey y cuartofinalistas en la Champions no se olvide este inmenso fracaso. Que nos sirva para, como dice el himno de Andalucía, volver a ser lo que fuimos.

Así que, Joaquín, no pares, sigue, sigue. Capa, Caparrós, es la hora.

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