El Sevilla culminó frente al Liverpool una gesta que tardará en olvidarse. El empate, más allá del punto, supone un subidón en lo anímico para un equipo que necesita creer en sí mismo y convencerse de que puede jugar bien al fútbol. Los octavos de Champions, más cerca.
Del desastre a la épica
El conjunto de Nervión sigue ofreciendo una imagen poco uniforme. Capaz de alternar fases desastrosas en el juego con arrollar al rival y someterlo. Frente al Liverpool, de nuevo, se volvieron a ver esas dos caras del Sevilla. El que es sometido y maltratado, y el que encierra a su rival hasta aplastarlo. Como viene siendo la tónica de la temporada, el Sevilla evidencia que tiene serios problemas de contundencia en las dos áreas. Falla demasiado de cara a gol y regala en defensa con extrema facilidad. Sin embargo, una vez que recibe el zarpazo, el equipo ha aprendido a levantarse y parece otro, desmelenándose y asumiendo más riesgos en el juego.
Los octavos, a un punto
El empate deja al Sevilla en una posición ideal para lograr el pase a octavos de final de Champions. Frente al Maribor, un empate valdría para asegurar el segundo puesto, mientras que una victoria sevillista permitiría soñar con la primera plaza, dependiendo del resultado del Liverpool-Spartak. En cualquier caso, con la remontada de ayer, el Sevilla consiguió no estar obligado a ganar en Eslovenia y, de paso, fuerza al Liverpool a jugar con todo frente al Spartak, algo fundamental para los intereses del Sevilla. De haber perdido el Sevilla ayer, el Liverpool hubiera quedado matemáticamente primero y hubiera afrontado el partido como un trámite en el que si los rusos vencían, hubieran obligado a ganar al Sevilla en la última jornada.
Con el panorama actual, sin embargo, los sevillistas son favoritos para clasificarse (más como segundos que como primeros) y dejan al Spartak en una posición delicada.
Ben Yedder, clave
Varios fueron los culpables de remontar un 0-3 frente al Liverpool. Ben Yedder levantó a un equipo muerto con dos goles (penalti repetido incluido). Berizzo, duramente cuestionado, arriesgó en una genialidad y quitó a NZonzi para dar entrada a ‘Mudo’ Vázquez, que desatascó un centro del campo en el que la dupla Pizarro-NZonzi parecía estorbarse más que compenetrarse. Y, por supuesto, la mayor responsable de la gesta fue la afición del Sánchez-Pizjuán. Increíble la magia del estadio y la épica que se intuye incluso ante situaciones límite como la de ayer. El lema ‘Dicen que nunca se rinde’ en su expresión más literal.
Lo peor, la noticia de Berizzo
Más allá de los errores deportivos, que los hay, la noticia de la noche en negativo fue la detección de un adenocarcinoma de próstata a Eduardo Berizzo. Aún es pronto para saber el alcance y cómo afectará al argentino, si podrá continuar como técnico o deberá alejarse del banquillo. El tratamiento y su decisión serán la clave. El vestuario conocía la noticia y no dudó en arropar a su entrenador en todo momento.