Fue el pasado 31 de enero. Eran las 20:30 horas aproximadamente. Estábamos en el aeropuerto de San Pablo en Sevilla. Las miradas se dirigían a ese vuelvo directo procedente de Londres. Y tan directo, porque el hijo pródigo volvía para debutar de nuevo en el terreno rojiblanco. Sí, de nuevo, después de 9 años. Sin opción de compra, Federico Fazio vuelve para responder a las declaraciones de Unai Emery: “necesitamos reforzar la defensa”.
Fue una decisión equivocada, el motivo principal de su pródiga vuelta. Y al respecto los datos respaldan la gravedad de la decisión porque, precisamente, hablamos de una cifra de 32 partidos. Quién diría que tras su ida le quedaría una trayectoria inefectiva bajo la precaria cifra de treinta y dos oportunidades de juego. El coronado campeón de la Europa League en Turín, salía por la puerta grande con diferentes expectativas sobre el nuevo terreno de juego. Pero desde luego, las oportunidades no jugaban dentro de tales expectativas. Y así, el Sánchez – Pizjuán despedía a un grande rojiblanco, para ahora volver a acogerlo con los “brazos abiertos”. En fin, es lo que tiene recibir a un querido hijo pródigo.
Fue una decisión equivocada pero también, una despedida arrepentida. Y como consecuencia, Daniel Levy, el magnate especializado en brindar oportunidades a nuestro hijo pródigo (léase con ironía), ha presionado para intentar recuperar la extraña inversión que realizó por Fazio. Sin duda, en principio el historial rojiblanco parecía una garantía para jugar fuera de casa. Pero no, no fue ni ha sido así. A opinión personal, el pródigo arrepentimiento ha estado presente allí en el norte, donde no brilla el agradable sol de Andalucía. Sin duda, un clima saludable que se corresponde con una afición agradable. En definitiva, la vuelta de un hijo pródigo cuyos andares son fruto de dicha decisión equivocada y despedidas arrepentidas, que juntas, conforman una sola búsqueda: el calor de la afición que proporciona nuestra ciudad, nuestra Sevilla.